Aunque me demoré unos días en terminarlo, acá va...
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Estamos ad portas de inaugurar mi año número 29 de vida. Después de dos años, lo celebro de nuevo en Chile con la mayoría de mis amores y, después de dos años, no lo celebro con el ser humano al cual quiero dedicar este nuevo post, entrada, nota, pensamiento o como se le quiera llamar.
Hace más de un año que no escribo este blog. Ahora que entré, me acordé, además, que en la India hice otro que nunca me decidí a inaugurar, pero en el cual escribí un par de veces. A ver si en el futuro me decido a hacerlo público o, al menos,a traspasar pa' acá el par de líneas que alcancé a escribir. "Público", es una manera de decir, porque creo que aparte de mi amiga Mariana y ese otro ser, no hay nadie más que sepa de la existencia de este blog.
Es un poco difícil volver a escribir, porque a mí me pasa algo que puede ser curioso o de lo más normal del mundo. Esto es, que cuando me siento plena, feliz, contenta, como que no necesito andar palabreando mucho las cosas que me pasan y estoy sintiendo. Digamos que lo verborréica y escribomaníaca me viene más bien en tiempos de bajón, necesidad, inconformidad o simplemente de una falta...así que, por suerte para mí, no he estado escribiendo mucho.
Sin embargo, él insiste en que expresarse lingüísticamente de manera profunda es algo muy importante y hoy me ha motivado a hacerlo de una particular manera. En honor a él, entonces, trataré de "exprimirle" mis pensamientos y traspasarlos a este papel cibernáutico.
Entre el deseo de encontrarte y la coincidencia de hallarte, nadaron unos cuantos pececitos en el acuario de mis sinsentidos.
Entre la estupenda coincidencia de hallarte y el casi inexplicable milagro de continuar despertando abrazada a tu deseos, la luna ha completado su ciclo ya más de 24 veces y mis pies han pisado tierras que nunca imaginé recorrer.
Ahora el tiempo tiene otro sabor; el despertador aún insiste en torturarme, pero lo hace con un gustito a mora y té con leche que presagia las virtudes del día que comienza y de la noche que me espera allá cerca del puente, entre campos magnéticos y ondas de largo alcance. Allá donde el paisaje se funde en tus ojos y los sonidos pasan por el filtro de tu boca antes de resonar en mis huesos dispersos y volátiles.
Ahora no soy más en singular, porque insistes en escurrirte por cada una de mis fisuras hasta acariciar lo más privado de mis silencios. Y me envuelves en tus deleites. Y me fundes en tus deseos. Esos que ya no son sólo tuyos, porque comienzas a no ser más en singular...
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